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Ich heisse Víctor Rojas und habe etwas zu sagen

Bolivia Hoy

El poder de las regiones

EL PODER DE LAS REGIONES

 

Roberto Laserna

En memoria de Chacho Justiniano

 

El poder de las regiones produjo la democracia en los 80 y resurge ahora para defenderla. Aunque algo exagerada, por omitir detalles y matices, esta afirmación es fundamentalmente cierta. Cuando los comités cívicos rechazaron a García Meza y reivindicaron la Constitución Política del Estado como referencia política en 1981, inclinaron definitivamente la balanza a favor de la democracia. Ese mismo poder parece emerger ahora para preservar lo avanzado en derechos humanos y en instituciones de protección a los derechos civiles y a las libertades económicas y políticas de los bolivianos.

Hasta la reconquista de la democracia, lograda finalmente en 1982, la resistencia a las dictaduras, heroica y tenaz como la de los sindicatos, apenas lograba reemplazar a uno por otro caudillo, casi siempre militar. En la confusión ideológica de una izquierda que ya entonces no distinguía entre nación, Estado y pueblo, la democracia solamente tenía lugar como un episodio pasajero, una coyuntura que permitía ganar fuerzas para tomar, como se decía, el cielo por asalto, y degollar al enemigo.

Los comités cívicos

Las fuerzas regionales, organizadas en torno a los comités cívicos, fueron convirtiéndolos poco a poco en verdaderos espacios de concertación, donde empresarios y obreros, profesionales y sindicalistas, hombres y mujeres inquietos y comprometidos con sus comunidades, podían eludir la persistente represión política y debatir acerca del desarrollo, la relación entre economía y política, los desafíos de la pobreza y de la exclusión. Así, los comités cívicos, que en muchos casos nacieron bajo el impulso de las élites y bajo la protección de grupos locales de poder, fueron ampliándose, incluyendo a otros sectores y ganando vida democrática. Al hacerlo, obligados por el carácter regional de su discurso, fueron también ampliando sus demandas y reivindicaciones.

Este proceso fue lento en los años 50, dominados por el MNR y su fuerte vinculación con los sindicatos obreros y campesinos, pero se hizo muy intenso y nítido en el septenio banzerista (1971-1978), que reprimió toda forma de organización social menos la que se cobijaba en los comités cívicos.

Había entonces, por supuesto, una relación de mutua conveniencia. Al gobierno de Banzer le interesaba tener válvulas que aliviaran la presión, y a los comités les convenía ser reconocidos como interlocutores en la toma de decisiones. Pero no hubo manipulación ni control. De hecho, fue un mal cálculo de Arce Gómez el que marcó el vuelque definitivo de los comités hacia la democracia. Quiso aglutinarlos en un comité cívico nacional ofreciéndoles compartir el poder a cambio de renunciar a su independencia, y lo que obtuvo fue un valiente portazo del único prefecto civil de entonces, el dirigente cívico cruceño Oscar Román Vaca, en cuyo militante anticomunismo confiaban García Meza y Arce Gómez para manejar al resto. Grave error, Román Vaca no estaba dispuesto a venderse al centralismo bajo ningún pretexto.

Constitucionalismo emergente

Poco después eligieron presidente del Comité Cívico en Santa Cruz a Percy Fernández, y su principal acto fue publicar la Constitución Política del Estado de 1967 y exigir su cumplimiento. Lo justificó apelando a los artículos 109 y 110 que disponían la descentralización política y administrativa, aprobada en referéndum nacional en 1931 pero nunca aplicada. Quien leía esos artículos leía también los otros, y muy rápidamente el hecho de apelar a la Constitución se convirtió en un gesto de rebeldía frente a una dictadura que no solamente la había reemplazado por un estatuto militar, sino que pisoteó los derechos humanos y golpeó con violencia a miles de ciudadanos.

La demanda por la descentralización animó el debate político, aportando con una propuesta específica a la lucha por la democracia. Ésta dejó de ser un simple peldaño en la lucha de los sindicatos o una reivindicación defensiva de los políticos, y empezó a tener un contenido institucional concreto, una propuesta específica de reforma del Estado. Descentralizar el poder era democratizar su ejercicio cotidiano, algo mucho más profundo y duradero que el mero ejercicio electoral.

Con la bandera de la descentralización y en torno a los comités cívicos, amplios grupos de empresarios, profesionales y sectores de clase media se unieron a los grupos obreros y campesinos que luchaban por la democracia, y le dieron a ésta una nueva vitalidad.

El gobierno de Siles Zuazo esquivó como pudo la demanda descentralizadora, y nunca dejó de sentirse amenazado por los comités cívicos. Cada reunión que celebraban sus dirigentes era interpretada como preludio de un posible golpe, y cuando se planteaba con fuerza la descentralización se recuperaba el fantasma del separatismo. En el gobierno de Paz Estenssoro se canalizó la demanda hacia las municipalidades, convocándose a elecciones y creando espacios políticos locales en torno a los Concejos Municipales. En la gestión de Paz Zamora volvió a plantearse con fuerza la descentralización y aparentemente el gobierno MIR-ADN estaba de acuerdo. Se formó una comisión cívica y multipartidaria para concertar un proyecto de Ley que llegó a aprobarse en grande en el Senado. Como alguien dijo entonces, si no quieres tomar una decisión, manda el tema a una comisión.

El gobierno Sánchez de Lozada-Cárdenas retomó el tema, canalizándolo hacia una radical y profunda reforma municipal que transfirió recursos y poder a las alcaldías, ampliando al mismo tiempo los mecanismos de participación ciudadana en ellas. Pero la descentralización departamental encontró un candado en la reforma constitucional pactada entonces, pues se avanzaron detalles reglamentarios que en los hechos limitaron el papel político de las prefecturas a simples bisagras entre el gobierno nacional y los municipales. Esto fue ratificado por una Ley de Descentralización.

Los comités cívicos, como otras organizaciones sociales, habían sido desplazados de la arena política, institucionalizada en el parlamento, los consejos departamentales y los concejos municipales, que era ocupada por los partidos. Hasta que sobrevino la crisis de los partidos, animada tanto por sus pugnas y errores como por el embate contestatario que las aprovechó con eficiencia, y volvieron entonces las organizaciones sociales al centro de la arena.

Autonomía ya!

La descentralización aludía a un espectro amplio de situaciones y se prestaba a múltiples interpretaciones, tal como se lo había podido comprobar entre 1981 y 1995. Por eso, cuando volvió a plantearse, se lo hizo con un nuevo ropaje: autonomía. Ella proporciona, además, una imagen mucho más atractiva y vigorosa de lo que se desea, y ajusta la idea de la descentralización a un modelo institucional mucho más preciso.

El camino recorrido en estos últimos años está fresco en la memoria y no hace falta referirlo. Están los nuevos estudios sobre viabilidad de las autonomías, los proyectos formulados, el referéndum, los cabildos y, ahora, los proyectos de estatutos autonómicos. Como hace un cuarto de siglo, la demanda nace de Santa Cruz, cuenta con un amplio y fuerte respaldo de fuerzas regionales, y se postula como un proyecto de realización de la democracia.

Es cierto que a momentos da la impresión de que la autonomía es una trinchera defensiva que erigen las fuerzas más liberales del país, asentadas en las regiones más abiertas y donde se ha desarrollado una economía de mercado más integrada y, por tanto, parece sobre todo una estrategia coyuntural destinada a evitar el avasallamiento estatista que anima a una fracción del gobierno. Es posible que algo de eso tenga. Pero cuando se recuerda, como lo hemos hecho acá, la historia política de la autonomía, no hay lugar a engaño. Esta demanda tiene raíces muy profundas y una genealogía y proyecciones que son auténticamente democráticas.

A mayor descentralización, mayor democracia, decíamos en los 80. La experiencia de los municipios ya nos lo demostró, pero ha resultado insuficiente para desalentar la tentación autoritaria y centralista que parece intrínseca al estatismo. Es indudable que esa tentación está presente en el gobierno actual ya que en el MAS hay por lo menos una fracción importante que tiene vocación totalitaria. Basta observar la desaparición del concepto de república en el proyecto de reforma constitucional que aprobó la mayoría oficialista, y registrar la ampliación de roles al Estado y su definición total, que absorbe incluso la idea de nación, donde antes podía reconocerse la sociedad.

Obviamente, esa no es la única fracción en el MAS, pues de otro modo no se habrían incorporado elementos de populismo indigenista que también socavan la concepción autoritaria y centralista, dando a la gestión de gobierno y a su proyecto constitucional esa imagen desordenada y contradictoria. Pero éstos son elementos que contienen otros riesgos, tan peligrosos como el autoritarismo, porque hacen de las identidades étnicas el fundamento de la organización política, exactamente como lo hizo Toledo en la colonia, exacerbando la discriminación cultural y el racismo.

Las autonomías departamentales, en la medida en que transfieren capacidad de decisión a las sociedades regionales y las reconocen referidas a un territorio, son más abiertas e incluyentes, y encuentran su sostén en la voluntad de las personas, en los ciudadanos, sujetos políticos primordiales y fines últimos de la democracia. Esa es su fuerza y de ahí nace el poder que las regiones muestran hoy.

 

© columnistas.net (especial para Pulso)

 

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Bolivia sin Estado Nacional, un impactante artículo de Andrés Solís Rada


BOLIVIA: SIN ESTADO NACIONAL

Andrés Soliz Rada

El país está dejando atrás los esfuerzos de 183 años, llenos de luces y sombras, por construir un Estado Nacional aún in constituido, para dar paso a un Estado plurinacional, que reconoce a 36 naciones indígenas. Tal reconocimiento no obedece a demandas de la sociedad. Nadie presenció alguna manifestación callejera o concentración campesina en la que se coreara la consigna “Viva las 36 naciones”. En la guerra del agua de 2000, la muchedumbre enfrentó en Cochabamba a las fuerzas represivas al grito “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido”. En la guerra del gas, de 2003, cuyo núcleo fue la ciudad de El Alto y que culminó con la caída del neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL), se venció bajo la consigna “El Alto de Pie Nunca de Rodillas”. En ambos sucesos, la presencia de banderas bolivianas fue abrumadora.

Si alguien hubiera gritado en Cochabamba “Viva los quechuas, abajo los mestizos”, o en El Alto “Los Aymaras de Pie, los Cholos de Rodillas”, habría sido tomado por loco. La Nueva Constitución Política del Estado (NCPE) es un producto exógeno, oxigenado por millonarios desembolsos de ONGs, las que abonaron la disgregación nacional bajo la excusa de legítimas reivindicaciones culturales (Convenio 169 de la OIT , de 1990 y Resolución de la Asamblea de la ONU de 2008). Las culturas indígenas influyeron fuertemente en la sociedad boliviana. La religión católica abandonó la ortodoxia para acuñar cultos a vírgenes mestizas, la medicina occidental se mezcló con recetas tradicionales, al igual que los mejunjes surgidos en la comida casera. El folklore se enriqueció con creaciones indo mestizas, que combinaron inspiraciones del cholaje con acordes precolombinos.

Las uniones legales y extra legales fortalecieron la porosidad social y lograron que la presencia morena en universidades, cargos públicos, Fuerzas Armadas o Policía se tornara creciente. Esta es la línea que debió profundizarse. Evo Morales ha usado el castellano para erradicar el analfabetismo, lo que demuestra que la casi totalidad de la población boliviana habla este idioma. Las ONG dicen que la justicia comunitaria se mantuvo por la ausencia del Estado en poblaciones aisladas. Lo obvio era garantizar esa presencia en vez de imponer, como ocurre ahora, el desbarajuste de 36 “justicias” contradictorias.

Los defensores del caos aducen que no permitirán que la casta criollo-mestiza, continúe con la opresión de los 500 años. Esta es una dulce melodía para los agentes del poder mundial que esperan apoderarse de los territorios indígenas, la biodiversidad y los recursos naturales que contienen. Similar sentimiento es compartido por terratenientes y separatistas de la “media luna”, que exigen convertir a Bolivia en Estado federal bi nacional. Los oligarcas racistas y neoliberales que pululan especialmente en barrios residenciales, que despreciaron a Felipe Quispe y Remedios Loza, a Carlos Palenque y Max Fernández (sus abuelos repudiaron a Isidoro Belzu y Andrés de Santa Cruz y Calahumana), se sienten justificados por el fundamentalismo indígena.

El éxito de separatistas y plurinacionales se asienta en el odio, el caos y el descontrol social. La masacre de campesinos en Pando y la humillación de indígenas en Sucre coexisten con linchamientos impunes, asaltos y cercos al Parlamento, observados por la Policía a prudente distancia. La corrupción alcanza ahora a dirigentes de movimientos sociales empeñados en recaudar fondos para sus organizaciones. La producción de cocaína está en auge. La guerra entre pobres también se acentúa. Cooperativas mineras, formadas por indígenas, son asaltadas por otros indígenas. El odio racial está a flor de piel. El Estado plurinacional avanza incontenible. Pese a todo, se necesita usar los escasos resquicios de la NCPE para seguir buscando la unidad nacional.

 

Andrés Soliz Rada:

Es un destacado periodista boliviano y experto en el tema de Hidrocarburos. Fue Diputado por CONDEPA y porteriormente el primer ministro de Hidrocarburos del actual gobierno.

Bolivia al borde del Abismo

Bolivia al borde del Abismo

Queridos Amigos:

Quiero con esta imagen plasmar el resultado de lo que actualmente ocurre en Bolivia

 

Fuente: La Razón, La Paz, 29 de noviembre del 2007.

 

 

EL PRIMER AÑO DE EVO MORALES

Raúl Zibechi | 18 de enero de 2007

Programa de las Américas del International Relations Center (IRC)

Si el primer año de un gobierno es tiempo suficiente como para establecer las tendencias y caminos que se apresta a recorrer, el aniversario del gobierno de Evo Morales (que llegó al gobierno el 22 de enero de 2006) lo encuentra a medio camino entre cambios y continuidades .

Una buena síntesis es la que realiza Oscar Olivera, dirigente de la Coordinadora del Agua de Cochabamba, quien señala que es un gobierno integrado por “una mezcla de todo tipo de corrientes: partidarias tradicionales, de movimientos sociales emergentes y de arribistas que se colaron a último momento” 1.

Aunque aún es demasiado pronto para saber cómo evolucionarán los cuatro principales actores bolivianos, la impronta de cada uno de ellos ya ha quedado establecida durante estos doce meses. Se trata, entonces, de seguir la evolución del Estado boliviano, dirigido ahora por el MAS (Movimiento al Socialismo), de los grandes grupos empresariales asentados en Santa Cruz, de los inversores externos y de los movimientos sociales.

Un Estado que se fortalece

Aunque el Estado boliviano sigue siendo tan colonial como lo era un año atrás, ha ganado legitimidad ante la población y tiende a fortalecerse a mediano plazo. La legitimidad proviene, en gran medida, del hecho de que se ha instalado una nueva forma de gobernar de la mano de personas diferentes a las que gobernaron hasta ahora: una buena proporción de los ministros, asesores y parlamentarios provienen del abajo, de los excluidos durante cinco siglos. Pero ese cambio no significa que los modos y maneras de hacer se hayan modificado. Todo indica que los estilos de la política desde arriba se mantienen y, en algunos casos, se han profundizado. La forma como el MAS está abordando las negociaciones en la Asamblea Constituyente es una muestra de ello.

Sin embargo, el Estado boliviano tiende a superar algunas debilidades históricas. Gracias a la exitosa negociación de nuevos contratos con las diez empresas petroleras multinacionales que operan en el país, la renta petrolera que percibe el Estado pasará de los 282 millones de dólares anuales en el período 1998-2002, a una recaudación total de 1.300 millones de dólares en 2006 2. Según Evo Morales, esa cifra llegará a los 4.000 millones de dólares anuales en 2010, que representan aproximadamente el 100% del PIB anual boliviano y le permitirán al gobierno del MAS contar con enormes recursos para volcar en obras sociales 3.

A largo plazo, el tema es más complejo porque en realidad no se nacionalizaron los hidrocarburos ni se expropió a las multinacionales, sino que se firmaron nuevos contratos que aumentan las regalías estatales, invirtiendo las proporciones anteriores en las empresas cuya producción sea superior a 100 millones de pies cúbicos diarios de gas: 82% para el Estado y 18% para las empresas 4. El problema consiste en que al no nacionalizarse los hidrocarburos, la refundación de la estatal YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia) no es real. Los nuevos contratos establecen que YPFB no realizará inversiones ni asumirá riesgos o responsabilidades sino que actuará como fiscalizador de las empresas que explotan hidrocarburos. Al haberse realizado una “nacionalización sin expropiación”, la empresa estatal no cuenta con recursos para competir en el mercado y los críticos tienen razón cuando sostienen que “el discurso del gobierno de que ‘nacionalización' es tener control en la fijación de precios, volumen y destino es una falacia, ya que el que fija el precio, volumen y destino es el mercado mundial dominado por las compañías petroleras transnacionales” 5.

Este es un punto clave porque toda la política sobre los recursos naturales del gobierno de Evo, que incluye no sólo el gas sino también la minería, “consolida el patrón primario exportador”, dejando de lado la industrialización y el mercado interno, como sostiene un análisis del Cedla. El acuerdo firmado con Argentina, por el que se eleva el precio del gas que se suministra a ese país, y el suministro de gas a Brasil, que abastece el 30% del poderoso cinturón industrial de San Pablo, suponen un considerable aumento de los ingresos del Estado, pero consolidan la exportación de gas sin industrializar. En suma, grandes beneficios en el corto plazo y problemas en el tiempo largo.

Pese a que el Estado boliviano gana legitimidad y se fortalece, debe resolver acertadamente los objetivos trazados al convocar la Asamblea Constituyente , o sea la efectiva refundación del país, paso imprescindible para enfilar al gobierno de Evo por una senda de transformaciones reales. En este terreno, la situación está empantanada. La extrema polarización con las elites de Santa Cruz ha colocado al país al borde de la ruptura y la confrontación abierta. Sin embargo, el problema de fondo es que el estilo que se impuso en la Asamblea Constituyente reproduce los modos tradicionales de la política boliviana: negociación y acuerdos entre los caudillos de los partidos, hurtando el debate a la población. La Constituyente es el principal fracaso del gobierno del MAS en este primer año. Los dos hechos mencionados (“nacionalización” de los hidrocarburos y el fracaso en la refundación del Estado) crearán problemas a mediano y largo plazo al gobierno de Evo Morales.

Los problemas con la oligarquía cruceña

La única fuerza social boliviana capaz de hacer frente al gobierno del MAS es la oligarquía cruceña. No sólo es la región más próspera del país sino que cuenta con la única clase dominante que tiene intereses propios diferenciados de los del resto de los bolivianos, incluyendo a las elites del resto del país.

Buena parte del poder de esa oligarquía se asienta en la tierra conseguida de forma fraudulenta durante las sucesivas dictaduras militares. El agronegocio es la principal fuente de acumulación de las elites locales, vinculadas al parecer a negocios ilícitos como el narcotráfico y el contrabando. Pero es también, junto a Tarija, la región más rica en recursos hidrocarburíferos. Políticamente, Santa Cruz es la región más conservadora, de la que partieron algunos golpes de Estado decisivos como el de Hugo Bánzer en 1971, en ese caso con indisimulado apoyo de la dictadura militar brasileña.

Las clases dominantes de Santa Cruz vienen enarbolando un proyecto autonomista como forma de impedir que las luchas sociales del país perturben el proceso de acumulación de capital y pongan límites a su poder. Algunos análisis sostienen que es posible que se desate una guerra interna de carácter separatista encabezada por la oligarquía cruceña. Diversas noticias de medios independientes dan cuenta de la existencia de campos de entrenamiento de grupos paramilitares en Santa Cruz, con la presencia de mercenarios colombianos. Parece evidente que una fracción de las clases dominantes de esa región le apuesta a la guerra.

La crisis en la ciudad y en el departamento de Cochabamba se inscriben en este escenario. El gobernador Manfred Reyes Villa, un ex militar aliado al neoliberal Gonzalo Sánchez de Losada, fue elegido con cerca del 55% de los votos. En el conflicto autonomista decidió alinearse con Santa Cruz, pero en su provincia (departamento) más del 63% de la población rechazó la autonomía cuando fue plebiscitada el año pasado. Los movimientos sociales, en particular los cocaleros y los regantes, históricos aliados de Evo Morales, bloquearon la ciudad desde principios de enero de 2007 para exigir la dimisión del gobernador autonomista. La violenta batalla callejera impulsada por jóvenes ultraderechistas alineados con Santa Cruz, revela la existencia de fuertes tendencias hacia la militarización del conflicto ya que esos grupos actuaron al estilo de bandas paramilitares. Los más pesimistas creen ver en estos sucesos el anticipo de una posible guerra civil. Sin embargo, Evo procura distender la situación al aceptar que la Constitución sea aprobada por los dos tercios de los votos, lo que supone una concesión a la oligarquía cruceña. En todo caso, las espadas están en alto, y una radicación del conflicto no debe excluirse.

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. Los mayores ingresos con los que cuenta desde ahora el Estado le permitirán acceder a algunas de las demandas autonomistas, que reclaman que una parte de los impuestos nacionales que pagan retornen a ese departamento. El hecho mismo de que el Estado se haga más fuerte y los movimientos sociales sean más dispersos, desactiva algunos de los temores de esos sectores. En paralelo, los movimientos sociales de Santa Cruz se vienen fortaleciendo y los grupos dominantes no tienen ya asegurada su hegemonía política, como lo demuestra el crecimiento del MAS en las elecciones para la Asamblea Constituyente, al convertirse en la fuerza más votada en el departamento.

Por último, los factores internacionales juegan en contra de la agudización de la tensión autonomista. En Bolivia no son los Estados Unidos quienes tienen el mayor peso político sino Brasil. El triunfo de Luiz Inacio Lula da Silva en la segunda vuelta electoral, a fines de octubre, le permite al gobierno de Evo Morales contar con un aliado—pese a las diferencias en la cuestión del precio del gas—llamado a estabilizar la región. El escenario indica entonces que las negociaciones con las clases dominantes cruceñas para un reparto de cuotas de poder pueden llegar a buen puerto, lubricando así la gobernabilidad y la paz social.

Multinacionales y movimientos sociales

Aunque el gobierno de George W. Bush viene presionando a Evo Morales en temas como la política hacia la coca y otros asuntos internos de Bolivia, Estados Unidos no tiene la misma capacidad de influir en el país que tuvo décadas atrás. Sólo la empresa petrolera brasileña Petrobras es responsable del 20% del PIB boliviano y controla el 46% de las reservas de hidrocarburos del país, en tanto la española Repsol-YPF tiene el 23%. La principal riqueza boliviana, el gas, está siendo vendida en su mayor parte a Brasil y Argentina, países que no pueden prescindir del gas boliviano para sus industrias y para consumo doméstico. En suma, las relaciones económicas y políticas de Bolivia son prioritariamente con los países de la región. Esta relación privilegiada con sus vecinos ha sido una conquista del pueblo boliviano, que durante la llamada “guerra del gas” impidió que ese recurso estratégico fuera vendido a los Estados Unidos vía Chile.

La impresión dominante es que el contexto internacional es favorable al actual gobierno del MAS. Ha conseguido establecer acuerdos firmes con las grandes multinacionales que explotan hidrocarburos en Bolivia, que aceptaron recortes en sus ganancias a cambio de asegurarse la estabilidad del negocio a largo plazo. Una política desestabilizadora como la que parece desear la administración Bush, sólo podría apoyarse en el sector de las elites de Santa Cruz que estén decididas a romper la integridad territorial de la nación boliviana. Pero, si atendemos a la historia reciente, una aventura de ese tipo difícilmente podría resultar exitosa sin el respaldo activo de Brasil. Por el momento, esta perspectiva no parece posible, lo que no quiere decir que las elites cruceñas no sigan intentando desestabilizar para negociar con La Paz en mejores condiciones.

Finalmente, los movimientos sociales que jugaron un papel decisivo para la configuración del actual escenario boliviano, no podrán seguir actuando como antes. Parece evidente que el Estado será en adelante co-administrado por personal que proviene de los movimientos, entre ellos el propio presidente y su entorno inmediato, así como parte de su gabinete y de los cuadros dirigentes del MAS. En el abajo, esto supone que una parte considerable de los cuadros de los movimientos ocupan a partir de 2006 espacios institucionales. A juzgar por lo sucedido en Bolivia desde la Revolución Nacional de 1952, así como en otros países donde se produjeron procesos similares, la impresión es que durante los primeros años de gobierno del MAS habrá un debilitamiento importante de los movimientos, en particular de los rurales (cocaleros, regantes, comunarios del Altiplano).

Pero el MAS no está teniendo el mismo impacto en todos y cada uno de los movimientos sociales. Oscar Olivera distingue lo que sucede en las áreas rurales de las urbanas: en las primeras el apoyo al MAS y a Evo es macizo y orgánico. En las ciudades la situación es bien diferente y desde el primer año se escuchan críticas de los de abajo a la actuación del gobierno. Sin embargo, esto puede cambiar si Evo va encontrando su camino y su proyecto político—aceitado en parte por la renta hidrocarburífera—en una dirección que puede ser similar a la del gobierno de Hugo Chávez.

En todo caso, los movimientos ya no serán los de antes. Algunos están llamados a institucionalizarse, como sucedió luego de 1952 con los campesinos; otros pueden tener más independencia del oficialismo (como sucedió en el pasado con los mineros). Los candidatos a ocupar el primer lugar son sin duda los cocaleros—por razones históricas, políticas y hasta afectivas—seguidos de una gran cantidad de movimientos que ya están fuertemente institucionalizados, como los campesinos colonizadores. El segundo lugar podrían llegar a ocuparlo las barriadas de El Alto y la Coordinadora del Agua junto a los nuevos movimientos urbanos que se referencian en ella. Es posible, pero no es seguro. Parece claro que el lugar más conflictivo seguirá siendo El Alto, pero no hay que perder de vista lo que suceda en Santa Cruz (que posee un fuerte componente migrante del occidente), Cochabamba (donde se debate por vez primera el tema del indianismo y la identidad) y otras importantes ciudades.

Como puede verse, el primer año de Evo muestra luces y sombras. Las segundas son más intensas de lo que podíamos esperar a fines de 2005. Por tratarse de un gobierno incipiente, se impone la cautela. Aunque resulte ocioso repetirlo, todo dependerá de lo que hagan los movimientos, esas sociedades otras, diferentes a la dominante, que han producido los hechos decisivos en Bolivia desde el levantamiento de Tupaj Katari contra los colonizadores españoles, en 1781.

Notas

  1. Entrevista personal a Oscar Olivera.
  2. Federico Bernal, “La tercera es la vencedora”, ob. cit.
  3. Un buen ejemplo es la implementación del Bono “Juancito Pinto” (que   entregará a 1.200.000 escolares 20 euros anuales, una cifra considerable en Bolivia) con los recursos que provienen de la “nacionalización” de los hidrocarburos. Los índices de deserción escolar son del 46%; en las áreas urbanas sólo el 67% termina el bachillerato y en las rurales apenas el 43%.
  4. Alfredo Serrano Mancilla, “La película de los hidrocarburos en Bolivia”, 1 de noviembre de 2006, www.rebelion.org .

     

  5. Econoticias, “Evo consolida la política neoliberal del gas”, ob. cit.

 

Raúl Zibechi es miembro del Consejo de Redacción del semanario Brecha de Montevideo, docente e investigador sobre movimientos sociales en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos sociales. Es colaborador mensual con el IRC Programa de las Américas (www.ircamericas.org).

 

Recursos

Andrés Soliz, Rada, “Los hidrocarburos en el 2007”, 3 de enero de 2007, en www.bolpress.com .

Cedla (Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario), “La estructura agraria se mantiene intacta”, www.bolpress.com .

Econoticias, “Evo consolida la política neoliberal del gas”, 3 de enero de 2007, en www.argenpress.info .

Federico Bernal, “La tercera es la vencedora”, Le Monde Diplomatique , Buenos Aires, diciembre de 2006.

Raúl Zibechi, entrevista a Oscar Olivera, Montevideo, 30 de octubre de 2006.

 

Se agudiza conflicto por instalación de gobierno paralelo popular en Cochabamba

Se agudiza conflicto por instalación de  gobierno paralelo popular en Cochabamba

El MAS pierde el control de sus grupos mas radicales

17 de enero de 2007, 10:40 AM

LA PAZ (AFP) - El anuncio de grupos sociales de crear un gobierno paralelo en reemplazo del gobernador de Cochabamba (centro) pone en aprietos al presidente de Bolivia, Evo Morales, que parece haber perdido el control sobre un movimiento que lo apoya pero que en este caso desacata su autoridad.

Horas después de que grupos políticos vinculados a la estatal Universidad de San Simón y a la Central Obrera instalaran de facto un gobierno "popular revolucionario", el gobierno advirtió el miércoles que no reconocerá sino al gobernador Manfred Reyes Villa, como prefecto del convulso departamento de Cochabamba, sacudido las últimas dos semanas por movilizaciones de cocaleros.

"No reconocemos a ningún prefecto (gobernador) que no sea Manfred Reyes Villa", afirmó el portavoz presidencial Alex Contreras, luego de denunciar que fueron "grupos radicales" los que se proclamaron como un gobierno en ese departamento.

Desde hace más de diez días indígenas, cocaleros y mineros piden la salida de Reyes Villa por haber propuesto un referendo autonómico a lo cual se opone el presidente Morales.

Pero las protestas buscaban que el gobernador dejara en manos del Consejo de Administración -una suerte de Legislativo regional- la facultad para designar a su sucesor. En medio de esa agitación los radicales degeneraron el cabildo hasta juramentar a un gobierno regional de facto.

El ex guerrillero Tiburcio Herradas Lamas, conocido como 'Comandante Loro', líder de un grupo irregular autodenominado Ejército Dignidad Nacional (EDN), se puso a la cabeza del departamento, lo que generó una ola de rechazo desde el gobierno de Morales hasta las gobernaciones departamentales.

"Lo decimos en forma transparente que grupos radicales han sobrepasado la dirigencia (cocalera y campesina) en el Cabildo", deploró Contreras al tiempo de exculpar a los cocaleros que ya "están retornando a sus comunidades y no se ha destituido en ningún momento al señor Reyes Villa".

El vicepresidente Alvaro García ratificó que el Gobierno "ha definido, definió antes y seguirá definiendo respeto de los resultados y la elección de las autoridades democráticamente elegidas".

En tanto Reyes Villa, que temeroso de regresar a su ciudad oscilaba entre Santa Cruz y La Paz, insistió en que no dimitirá a pesar de la presión y violencia desatadas en su distrito.

En momentos en que Cochabamba recobraba la normalidad tras el repliegue de cocaleros y campesinos, Reyes Villa ratificó en un mensaje a la nación su decisión "de no renunciar porque provocaría más luto en el país y es mi deber el responder al mandato que el pueblo me ha encomendado".

 

El gobierno de Morales le instó a retornar lo antes posible a Cochabamba y reasumir sus funciones.

Según analistas, para el Gobierno es importante apoyar a Reyes Villa pues comprende que la presión vía movilizaciones y cabildos sobre prefectos opositores podría cobrar un efecto de boomerag contra el mismo mandatario.

Según el prefecto opositor de Santa Cruz, Rubén Costas, "estaría en riesgo la misma Presidencia de la República" si legitima tal procedimiento antidemocrático de censura de la gestión pública.

"Si allá (en Cochabamba) se juntaron 30.000 personas, acá en Santa Cruz (en un cabildo proautonómico en diciembre) hubo un millón que determinaron que en el momento en que se dé un golpe como se está queriendo hacer con el prefecto Reyes Villa o el prefecto José Luis Paredes (en La Paz), en ese mismo momento se demandaría" la eventual renuncia del primer mandatario, dijo Costas.

Francisco Navajas, titular de una organización civil de Tarija, departamento opositor a Morales, estimó que el Ejecutivo "se ha dado cuenta que está jugando con fuego y se está quemando".

La posición gubernamental dio también respaldo al Prefecto de La Paz, José Luis Paredes, hostigado por la Central Obrera de la ciudad de El Alto, que demanda su dimisión por su filiación al bloque de regiones proautonomistas en Bolivia.

Preocupación por radicalización de la Situación en Bolivia

Preocupación por radicalización de la Situación en Bolivia Violentas protestas en Bolivia
Oficialistas exigen renuncia de opositor

EFE

9 de Enero de 2007


LA PAZ, Bolivia – Tras una jornada de violentos choques que dejaron más de veinte heridos, campesinos y líderes sindicales afines al presidente Evo Morales bloquearon varios caminos en la región de Cochabamba y cerraron una válvula de bombeo de agua a la ciudad homónima para exigir la renuncia del prefecto (gobernante) del distrito, el opositor  Manfred Reyes Villa.

Anarquía en Cochabamba

La Policía informó de que los cortes se iniciaron en las carreteras de Cochabamba hacia el departamento occidental de La Paz, el oriental de Santa Cruz y el sureño de Chuquisaca y anunció que, en lugar de intervenir, buscará el diálogo con los manifestantes.

 

"No estamos haciendo nada para (así) no generar violencia, estamos esforzándonos para que baje la temperatura, que no haya circunstancia que reinicie la violencia" del lunes, dijo a los periodistas el inspector de la Policía general Fernando Peláez.

Cierre de válvulas

Por su parte, el gerente técnico de la empresa de agua municipal Semapa de Cochabamba, Luis Camargo, confirmó que un grupo de campesinos cerró una válvula de bombeo en el sector de Escalerani, al norte de la ciudad, lo que obligará a racionar el suministro al menos a la mitad de la población de los barrios del centro.

"El agua baja con una presión de mil litros por segundo y se reducirá en cuatrocientos", agregó.

Incidentes en la ciudad

El lunes pasado se produjeron violentos choques en la ciudad entre agentes antidisturbios y miembros de sindicatos afines a Morales, que causaron entre veinte y treinta heridos en ambos bandos, incluidos varios periodistas.

Los manifestantes atacaron ese día la Prefectura y quemaron su fachada y algunas oficinas, además de dos vehículos en la plaza principal de Cochabamba.

Hoy volvieron a reunirse en el mismo lugar, pero no se produjeron incidentes.